Cuidado e higiene dental básico para mantener unos dientes sanos
La sensibilidad dental es un problema que afecta a gran número de personas. Tan es así que más de un 40% de la población ha sufrido al menos una vez este efecto.
Tanto la recesión de las encías como el deterioro y desgaste que sufre la capa externa (esmalte) que protege el diente, hace que las sensaciones de frio y calor alcancen el nervio dental provocando la sensibilidad y el dolor punzante.
La sensibilidad de nuestros dientes y encías se produce por la recesión gingival y la pérdida o adelgazamiento de las capas de esmalte que protegen nuestros dientes.
La recesión gingival ocasiona que el tejido que rodea el diente, esto es la encía, vaya perdiendo altura, de tal forma que disminuye la función de recubrir, aislar y proteger la raíz dental. Esto provoca que las variaciones térmicas, inducidas por el calor y el frío, atraviesen la dentina y sean detectadas en mucha mayor medida por las terminaciones nerviosas de los dientes, causando sensibilidad y dolor.
Pero la sensibilidad dental no sólo se produce al masticar comida fría o caliente, sino también al ingerir bebidas igualmente frías o calientes, comer alimentos dulces o ácidos, cepillarse los dientes e incluso aspirar aire frío por la boca.
Aunque este trastorno bucal se ve incrementado con la edad, puede afectar a personas jóvenes. Las personas que padecen gingivitis son mucho más propensas a padecer sensibilidad dental y, también, las mujeres suelen sufrirlo en mayor número que los hombres.
Asimismo conviene considerar los tratamientos de blanqueamiento dental, ya que sus efectos secundarios pueden provocar la aparición de esta dolencia.
Pero, siendo importante la visita al profesional, quien valorará el estado de nuestra boca y ofrecerá consejos y remedios para mejorar el estado bucal, no es menos importante la labor diaria que cada uno de nosotros debemos llevar a cabo para evitar el deterioro de nuestros dientes y encías.
Esta labor diaria de higiene dental la podemos basar en tres fases:
- Cepillado. Debemos cepillarnos los dientes por lo menos dos veces al día –lo recomendable sería hacerlo después de cada comida- y durante al menos un par de minutos. Para ello debemos utilizar un cepillo de calidad, con cerdas suaves o medias, y un buen dentífrico, preferiblemente con flúor. La labor de limpieza la realizaremos de forma vertical o bien en círculo, desde el borde de la encía hasta el final del diente. Empezando por la mandíbula superior, del centro hacia los lados y acabando en la inferior de igual forma; primero la parte interna y luego la parte externa. Procure la limpieza de las zonas interdentales y de las piezas molares situadas al final.
- Limpieza interdental. El cepillado por si mismo no permite una completa limpieza, ya que el cepillo no llega a las zonas interdentales y estas van acumulando residuos de alimentos y placa dental. Esta última puede afectar al esmalte del diente, causando caries y gingivitis, que provocarán anomalías no solo en los dientes sino también en las encías.No obstante, para evitar este tipo de problema dispone del hilo dental o, mejor aun, los cepillos interdentales.Mediante los cepillos interdentales podemos acceder a los espacios entre dientes y llevar a cabo la limpieza de estas zonas. Dado que la separación o hueco existente entre dientes varía de unas bocas a otras, existen en el mercado diversas medidas que se adecuan al espacio existente. Aun así, podemos necesitar el hilo dental, si los dientes se encuentran muy juntos.
- Enjuague bucal. Terminada la limpieza es muy importante realizar un enjuague bucal mediante alguno de los muchos productos que existen en el mercado para ello.Por muy bien que realicemos el cepillado de nuestros dientes no habremos conseguido eliminar la totalidad de bacterias. Estas bacterias pueden esparcirse no solo por las zonas de difícil acceso, sino también por otras de nuestra boca, como el paladar, encías y lengua, provocando problemas de placa bacteriana que afectará a nuestra salud bucal.El enjuague bucal ofrece solución para llegar a los lugares de difícil acceso con el cepillo, contribuye a limitar el desarrollo de la placa dental y a mantener la higiene diaria y completa de nuestra boca.
Además de lo expuesto anteriormente, estos otros consejos también le servirán para mantener una adecuada salud bucal e higiene dental.
- a). Mastique bien las comidas y deje que la saliva envuelva correctamente todo el bolo alimenticio. La saliva es un buen aliado para eliminar bacterias.
- b). Evite el tabaco y reduzca el consumo de café y té. Realice siempre la limpieza después de su ingesta o como mínimo haga un enjuague bucal.
- c). La manzana actúa como un adecuado limpiador y sus propiedades ayudan a mantener las encías fuertes. Es una buena opción ocasional si no disponemos de los medios adecuados para una correcta limpieza.
- d). El enjuague con vinagre de manzana es adecuado para reducir la infamación de las encías. Mezcle una cucharilla de vinagre en un vaso de agua, haga el enjuague y después limpie la boca con bastante agua. Utilícelo sólo de manera circunstancial.
- e). Exprima un limón y utilice su jugo para enjuagarse la boca. También puede utilizar el zumo para empapar el cepillo y raspar suavemente la lengua. Suele resultar eficaz en los casos de halitosis.
- f). Masticar goma de mascar (chicle) sin azúcar es adecuado para que la saliva recorra toda la cavidad bucal y actúe como limpiador bacteriano. Es recomendable como alternativa eventual a la limpieza con cepillo.
- g). Cambie el cepillo de dientes como mucho cada tres meses. Usar un cepillo con las cerdas gastadas o en mal estado disminuye considerablemente su eficacia de limpieza.
© Ramón Rodríguez
Profesional higienista
Diciembre 2012
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